viernes, 26 de febrero de 2016

Araña sin Maña

Sin maña, una araña llegó esta mañana a preguntar por Morrocoy Coycoy, quería saber por gusto y placer si don Morroco se había vuelto loco, pues a su oído llegó un silbido de que andaba de novio con la hija del coco.

─¡Buenos días, señores mayores! ─dijo la araña con lindas palabras a todas las cabras.

─¡Buenos días Araña sin Maña! ¿qué hace tan temprano? ¿buscando al marrano? esta mañanita llegaron dos hombres, pusieron sus nombres en una factura y al pobre marrano a aliñar llevaron.

─No busco al marrano que aliñar llevaron, busco a don Morroco no el que come poco, sino el que anda loco por enamorase de la hija del coco.

─¡Aaah! ─dijeron las cabras con buenas palabras─ nosotras, como otras, no sabemos porque ya no vemos.
¿Han visto al Morroco con la hija del coco?
Siguió la araña donde estaba echada la gata y la pata
─¡Buen día señora Gata! ¡Buen día señora Pata! ¿Han visto al Morroco con la hija del coco?
─Yo no he visto nada, dijo la gata mirando a la pata
─Yo no he visto nada, dijo la pata mirando a la gata
Y las dos siguieron camino a sus casas a amasar la masa.
Llegó la araña donde estaba el oso más gordo y gracioso
─¡Buen día, Oso Gracioso! ¿se ha fijado que han enamorado a la hija del coco?

─¿Cómo? ─dijo Oso Gracioso─ que si me he mirado el color morado cuando como coco, sepa usted Araña sin Maña, yo no como coco cuando comen otros y aunque algunas veces ando con los peces, ellos, haciendo sus eses se comen las nueces y dejan sus cocos igual que a los mocos.

Araña sin maña entendió que el oso estaba más loco que el mismo morroco.

Se fue a preguntar a casa del gallo que andaba muy fallo de amor y cariño y esperaba solo que cualquier domingo le echaran aliños.

─¡Buen día, señor Gallo Fallo! ¿usted que ha cantado, ha escuchado al viento con los sentimientos, de amor y ternura, que surgió entre Morroco y la hija del coco?

Morrocoy Coycoy
─Yo al viento no he escuchado ni siquiera un poco con ese alboroto, debe ser que ya se me desgastaron las tapas del coco, vaya donde está comiendo la vaca, a ver si le tiende aunque sea una papa, porque la verdad, para terminar, yo no tengo oído, palabras ni canto, mucho menos nido.

Y la araña, sin miedo y sin maña, llegó donde estaba la vaca y sus cacas.

─¡Señora Vaca! ¿podría usted decirme con voz dulce y firme, si ha visto a Morroco, besando, abrazando a la hija del coco?

─¿Cómo? ─dijo doña Vaca soltando sus cacas como una matraca que chispeó los ojos de Araña sin Maña y sufrió un enojo.

─¿Ve lo que ha hecho señora Vaca? llenarme de caca y ahora cómo sigo buscando a un amigo que me diga todo sobre don Morroco y la hija del coco. Tendré que marcharme y sin enterarme de la historia loca que salió de boca de algún cuento loco.

De esa manera Araña sin Maña, fue a beber café donde su comadre la señora Lora, a ver qué sabía para ir después a contarles a otros, que don Morroco se había vuelto loco, por enamorarse de la hija del coco.

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