Llevar al niño a
reconocer que no le gusta leer es una de las fases de un plan de lectura, y para ello hay que hacer que lea en voz alta; que se escuche,
que se evalúe y que dedique unos minutos a la reflexión sobre sus carencias. El
modelo debería ser el maestro; si este lee con dicción
y entonación, haciendo gustosa la lectura, modulando la voz cuando se amerite,
imitando los sonidos si se requiere, tengamos por seguro que poco a poco se
irán acostumbrando a escuchar y en el mejor de los momentos llegará el
interés por hacerlo y sin ser mandado.
La reflexión debe
comenzar en el adulto. Es importante que el docente se forme como lector, que
reconozca que no le gusta leer, que cuando lo hace es un acto obligado y siendo
así, jamás podrá lograr que sus alumnos lean. Si se forma podrá formar, si no, triste por él, pero más por los estudiantes. De modo que el punto de
partida es el RECONOCIMIENTO,
en un acto de sinceridad, DE QUE SOY MAL LECTOR O DE QUE NO LEO.
De allí que un plan de lectura, colectivo o individual, debe iniciarse con una AUTOEVALUACION QUE CONLLEVE A LA REFLEXIÓN sobre las carencias lectoras. La
reflexión a partir de las necesidades debe dimensionar las prácticas de lectura en busca de recuperar el sentido trascendental de leer.
¡Descúbrelo! |
Un plan de lectura debe considerar el rescate del placer primero que todo. La lectura
literaria no debe verse como una tarea para el niño, para que este tampoco
la vea así. Cobra aquí importancia la lúdica, debe ser un juego la clase que se imparta, debe planificarse la hora de las prácticas de
lectura, pues, el niño que sabe que no sabe leer, por sí mismo no buscará las
formas de aprender, por lo que es tarea del docente hacerle ver que sus cualidades
lectoras son deficientes, hacerlo reflexionar y convencerlo de que dichas
cualidades pueden ser mejoradas. Por otra parte, es trascendental
mantener la consecución de lectura en el aula; ningún plan sin prosecución es
eficaz, significa incluir la lectura en las actividades diarias de clase sin
que se saturen ni se fastidien. Repito, hay que aprender a jugar con los textos
para que el muchacho lo vea como un juego y se anime a participar, a probar y a botar el miedo que muchos mantienen frente a la lectura.
¿Cómo rescatar el
placer de la lectura? Rescatando también las formas de hacer que los niños
lean, pero antes, EL DOCENTE DEBE
RESCATAR SUS PROPIAS FORMAS DE LEER, debe reinventar sus métodos de
lectura, es imposible formar lectores si quien lo va a formar no está formado.
Si como docentes seguimos centrados solamente en la comprensión literal, pero
además no hacemos gustosa la situación de lectura, jamás avanzaremos ni haremos
avanzar a los niños hacia verdadera comprensión.
Los libros ¡enseñan a volar! |
En cuanto a la prosa y según el maestro, Tomás Jurado Zabala, los textos deben contener los principios de la creación literaria con niños y jóvenes, es
decir, las tres E: ética, estética y esperanza. Ética: porque hay que
tener cuidado con los valores, pues el niño graba todo y no tiene la capacidad
para discernir algunas propuestas ficcionales. Estética: porque el niño tiene
tanto derecho como el adulto a que se le dé una obra de calidad artística.
Esperanza: porque el niño tiene derecho a volar lejos, sin pesimismos que le
corten las alas. Comprendiendo esto, debe ser minucioso el material que se leerá a los niños.
Adelantadas la
primera y segunda fase, entramos a la tercera y decisiva, LA SELECCIÓN DE LIBROS POR
ELLOS MISMOS. Hay que buscar la manera de tener libros en los salones, crear los rincones de lectura, las bibliotecas escolares; hay que ingeniárselas para llevar al salón buena literatura, aprovechar los espacios convencionales y no convencionales, en síntesis, poner al niño en contacto con los libros para que desarrollen el amor por ellos. Hagamos, pues, que los niños cabalguen
sin miedo por los libros.