Sin maña, una araña llegó esta mañana a preguntar por
Morrocoy Coycoy, quería saber por gusto y placer si don Morroco se había
vuelto loco, pues a su oído llegó un silbido de que andaba de novio con la hija
del coco.
─¡Buenos días, señores mayores! ─dijo la araña con lindas
palabras a todas las cabras.
─¡Buenos días Araña sin Maña! ¿qué hace tan temprano?
¿buscando al marrano? esta mañanita llegaron dos hombres, pusieron sus nombres
en una factura y al pobre marrano a aliñar llevaron.
─No busco al marrano que aliñar llevaron, busco a don
Morroco no el que come poco, sino el que anda loco por enamorase de la hija del
coco.
─¡Aaah! ─dijeron las cabras con buenas palabras─
nosotras, como otras, no sabemos porque ya no vemos.
¿Han visto al Morroco con la hija del coco? |
Siguió la araña donde estaba echada la gata y la pata
─¡Buen día señora Gata! ¡Buen día señora Pata! ¿Han visto
al Morroco con la hija del coco?
─Yo no he visto nada, dijo la gata mirando a la pata
─Yo no he visto nada, dijo la pata mirando a la gata
Y las dos siguieron camino a sus casas a amasar la masa.
Llegó la araña donde estaba el oso más gordo y gracioso
─¡Buen día, Oso Gracioso! ¿se ha fijado que han enamorado
a la hija del coco?
─¿Cómo? ─dijo Oso Gracioso─ que si me he mirado el color
morado cuando como coco, sepa usted Araña sin Maña, yo no como coco cuando
comen otros y aunque algunas veces ando con los peces, ellos, haciendo sus eses
se comen las nueces y dejan sus cocos igual que a los mocos.
Araña sin maña entendió que el oso estaba más loco que el
mismo morroco.
Se fue a preguntar a casa del gallo que andaba muy fallo
de amor y cariño y esperaba solo que cualquier domingo le echaran aliños.
─¡Buen día, señor Gallo Fallo! ¿usted que ha cantado, ha
escuchado al viento con los sentimientos, de amor y ternura, que surgió entre
Morroco y la hija del coco?
Morrocoy Coycoy |
Y la araña, sin miedo y sin maña, llegó donde estaba la
vaca y sus cacas.
─¡Señora Vaca! ¿podría usted decirme con voz dulce y
firme, si ha visto a Morroco, besando, abrazando a la hija del coco?
─¿Cómo? ─dijo doña Vaca soltando sus cacas como una
matraca que chispeó los ojos de Araña sin Maña y sufrió un enojo.
─¿Ve lo que ha hecho señora Vaca? llenarme de caca y
ahora cómo sigo buscando a un amigo que me diga todo sobre don Morroco y la
hija del coco. Tendré que marcharme y sin enterarme de la historia loca que
salió de boca de algún cuento loco.
De esa manera Araña sin Maña, fue a beber café donde su
comadre la señora Lora, a ver qué sabía para ir después a contarles a otros,
que don Morroco se había vuelto loco, por enamorarse de la hija del coco.